Vida Diamante

El arrepentimiento significa morir a nosotros mismos para que «el nuevo hombre conforme a la semejanza de Cristo» pueda florecer en nosotros, esto lo sabemos desde que entramos a la Iglesia, sin embargo bien o nos parece un compromiso-sacrificio demasiado grande, o sencillamente no entendemos bien de que va todo esto. Lo cierto es que el mayor problema del cristianismo con el que los cristianos lidian es el mismo llamado de Jesús a la EXCLUSIVIDAD. Estamos llamados a la Exclusividad de Cristo.

Pudiese parecer humillante que se nos diga que debemos desconfiar de NOSOTROS MISMOS e ir a Cristo, buscar su rostro, su consejo, anhelar su presencia. Especialmente después de que tenemos años «en el Señor«. Pero piensa en todas las cosas que aun no le has entregado a quien llamas Señor. Piensa en todas las cosas que no «traemos» a Jesús y piensa en todas las áreas en las cuáles necesitas arrepentimiento todavía.

Si quieres saber cuan real y comprometido eres, pruébate a ti mismo con el estándar de estas palabras: «Vengan a mi» (Mateo 11:28) en cada área de tu vida, por pequeña que sea, en cada área donde no seas real y comprometido, probablemente – y lo sabes – vas a querer irte o marcharte en ves de «venir», probablemente te enojaras o te entristecerás en lugar de venir. Probablemente dirás: «Pero, es que así soy yo, así me criaron, así nací.» o por ejemplo saldrás con el muy común: «Todo el mundo lo hace, mi familia lo hace, mis amigos y todos a mi alrededor.»

La_exclusividad_de_cristo.jpg

Siempre que tengas dentro de ti un poco (aunque sea un poquísimo) de impertinencia espiritual, lo que revela de ti mismo es que todo el tiempo estas esperando que Dios te mande a hacer algo grande, algo importante o algo esforzado cuando en realidad lo único que te esta diciendo es «ven a mi».

«Vengan a mi» es de esa clase de palabras de Jesus que sabes que algo pasara en ti antes de que vengas, el Espíritu Santo te guiara (esa es justa su labor) y te mostrara que es lo que tienes que hacer y a donde tienes que ir. Te mostrara cual es esa hacha grande y de acero que bloquea tu camino a el «venir». Te dirá que hacer con ese perro rabioso que no te deja pasar. Pero nunca NADA ocurrirá hasta que no estés dispuesto a «venir», así como eres, con todas tus imperfecciones, paradigmas, tus pecados, tus problemas y es que de eso se trata ¿no lo recuerdas? El hasta prometió llevar tus cargas.

El Espíritu Santo localizara ese gusanillo que mora en ti, esa cosa «intocable» e «impregnable» que escondes, pero no puede hacer nada a menos que aceptes que estas en un error, tal y como el joven de la parábola del Hijo Pródigo al verse comiendo las algarrobas de los cerdos. ¿Cuantas veces has ido a Dios en la intimidad solo para contarle tu lista de peticiones y luego te vas… con ese sentimiento de que… «bueno ya ore, ¡esta vez si lo hice!» sin embargo sientes que no obtuviste nada?, que Dios tenia las manos vacías. Es porque Dios tenia sus manos extendidas todo ese tiempo no solo para tomarte, sino para que tu lo tomaras a El, ¿cuantas veces ha pasado?, imagínate la invencible, inconquistable, eterna e inamovible paciencia de Jesús.

Ya no vivo yo, es Cristo que vive en mí’ (Gálatas 2: 20).  La exclusividad de Cristo es clave de la vida del creyente, especialmente por que aún hay pecado morando en nuestras vidas, aún el mismo Apóstol Juan dice que hay pecado viviendo en nosotros aún después de haber sido perdonados, y se incluye a el mismo (1 Juan 1:10). Somos pecadores y lo seguiremos siendo hasta que nos muramos pero al mismo tiempo Dios nos ve sin mancha gracias al sacrificio de Cristo, en quien debemos poner TODA nuestra esperanza. Tal y como dijo Martin Lutero «Simul Justus et Pecattore» (Somos justos y al mismo tiemp pecadores), la clave para entender esta «contradicción» es lo que viene a continuación:

Vivimos entre el «AHORA» y el «TODAVÍA NO»

No comprenderemos bien la vida cristiana hasta que no entendamos que vivímos en el medio del «ahora» y el «todavia no», este concepto teológico lo aprendí de Paul Tripp. Dios ya nos dio su Palabra como guía para vivir, nos dió a su Hijo, quien vino a vivir, morir y resucitar para ganar nuestra salvación. Ya nos dió su espíritu para que viva en nosotros.

PERO el mundo aún no ha sido restaurado, el pecado aún no ha sido completamente erradicado, nosotros no hemos sido aún «conformados a la imagen perfecta de Jesús«, el sufrimiento, la tristeza y la muerte aún no han dejado de existir.

Mientras descansamos en la gracia de Dios somos llamados a trabajar por su Reino, mientras gozamos de la seguridad de la salvación eterna se nos llama a combatir la impiedad, la injusticia y el pecado. Es difícil vivir en el medio de una herencia y una promesa, pero es allí exactamente donde vivimos, estamos en medio de un mundo
triste y terriblemente quebrado. Nuestra vida, ministerio, matrimonio y labores no escaparan de este quebrantamiento ni estaran protegidos de estos defectos.

Si algo tiene valor para tu vida, te costara. Especialmente si vamos a vivir como discípulos de Jesús, tenemos que recordarlo, será difícil, el pecado estará siempre al acecho, pero las causas justas y las cosas nobles, cuestan. ¡Y como cuestan!. La vida cristiana es difícil, pero es especialmente difícil cuando no queremos entender de que NO SON nuestras fuerzas. No se trata de resolver las cosas con nuestra propia inventiva, fuerza y corazón. La vida cristiana se trata de rendirse a El (Gal 5:16) y de la exclusividad de Cristo en medio de un mundo que le rechaza.

Dios es especialista en arruinar los planes, proyectos y sueños que no le entregamos, donde no lo incluimos, que no le preguntamos. La vida cristiana no se trata de ti. Como dice el primer capitulo de Colosenses, todo se trata de El y fue hecho para El. Nunca se trato de ti. Es la total EXCLUSIVIDAD de El León de Judáh, quien en este momento te mira nuevamente con paciencia y te dice sonriente: «Amado, VEN a mi… Y seras LIBRE.»

Nos perdonó pero aún tenemos pecado

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.” 1 Juan 1:8

Yo no soy un Pastor y soy tan pero tan pecador que si no fuese inmerecida gracia quizá diría como Pablo en Corintios “Soy el más pequeño de los hombres y el mayor de los pecadores.” sin embargo algunas cosas he aprendido sobre la vida cristiana, he sugiero continuar asistiendo a sus Iglesias pero tal y como dice la escritura no dejarse fascinar por doctrinas humanas, que “os dicen lo que quieren oír”, el pecado es real y es peligroso, no tanto por sus peligrosos efectos inmediatos sino porque seremos juzgados por ellos tal y como dice Apocalipsis, o como dice Pablo en Romanos 14:12 “De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”

Pero quien más nos advirtió sobre el pecado fue Jesucristo, quien dijo: “Si tu mano te hace pecar, córtatela. Más te vale entrar en la vida manco que ir con las dos manos al infierno, donde el fuego nunca se apaga”, de hecho en todo el Sermón del Monte, en todo Mateo 5, 6 y 7 vemos constantes advertencias en contra del pecado y el temor del infierno, incluso dice el Señor que habrá algunos creyentes que hicieron milagros y grandes obras en su nombre entrarán al fuego previo un “apártense de mí, nunca les conocí”.

Hermanos, claro que Cristo venció al pecado nuestro y ya no somos condenados, esto es a todos quienes se han arrepentido y puesto fe en el Salvador. Sin embargo el mismo Cristo predica que el signo de un verdadero creyente es que debemos combatir activamente el pecado remanente que nos queda en nuestra carnal naturaleza hasta el día que muramos y vayamos en gloria con El. A esto, los reformadores de la Reforma Protestante le llamaron el proceso de Santificación. Por un lado ya eres santo por otro lado se te llama a combatir el pecado, no están en pelea ambas verdades, las aceptamos las dos.

Vemos que siempre hay un llamado activo a evitar el pecado “Huid de la fornicación.” (1 Corintios 6:18). Recuerden: . “Someteos pues á Dios; resistid al diablo, y de vosotros huirá” – (Santiago 4:7), tenemos una batalla diaria, contra estas huestes diabólicas y contra el pecado, necesitamos ponernos una armadura espiritual y velar siempre en oración.
Somos justos por la sangre de Cristo no por nuestras obras, sin embargo la marca de un verdadero creyente (por que hay muchos falsos) es que puede resistir al diablo, al pecado, al mundo y a su propia carne. La Biblia nos enseña como hacerlo.

category:

Teología

Tags:

One response

  1. Así como una fuente de agua no puede arrojar agua dulce y amarga a la vez. Tampoco se puede ser justo y pecador a la vez. La verdad es que ser justos es una cosa y justificados otra.
    Somos justificados porque Jesucristo nos justificó. Él cumplió la ley y pagó por nosotros, y en su misericordia nos justificó. Pero somos justos sólo cuando obedecemos a la voluntad de Dios. Cuando andamos en obediencia a sus estatutos y testimonios.
    Lo correcto es decir que somos justificados( por Cristo) y pecadores a la vez( porque aun vivimos en la carne, en un cuerpo humano)

Deja un comentario

Latest Comments

  1. Muchas Gracias. Dios bendiga al Pastor MacArthur y a todos los que ponen a disposicion estos recursos valiosos

Descubre más desde Vida Diamante

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo