Esta es la transcripción de la explicación sobre el libro de Oseas que pueden conseguir en mi canal de YouTube:
Si Dios personalmente te dice que debes cumplir con la tarea de casarte con alguien que sabes que será infiel, ¿Qué pensarías? ¿Qué harías? De hecho, esto le sucedió al profeta Oseas del Antiguo Testamento.
Para entender mejor el libro de Oseas hay que conocer la historia de la relación con Dios y su pueblo. En Génesis aprendimos que Dios escogió un pueblo, dicho pueblo sería el encargado de bendecir a la raza humana mediante la promesa del Mesías, la Biblia los llama “la simiente de Abraham”, y son los descendientes que vinieron de Abraham, Isaac y Jacob.
Jacob se cambió el nombre a “Israel”, por lo que sus descendientes se llaman “los hijos de Israel“. No sabemos por qué Dios eligió tener una relación especial con este pueblo, nunca dió una razón y tampoco está obligado a hacerlo. De hecho, el Apóstol Pablo dijo que Dios escogió a este pueblo incluso antes de que existiese, y totalmente sin tomar en consideración ningún mérito previsto de su parte (Romanos 9:6-29).
Básicamente podemos decir que la elección de Dios de tener una relación especial con Israel se basó únicamente en su gracia.
Dios eligió darles a los descendientes de Abraham algo que no merecían y que nunca podrían haber ganado por sus propias obras.
Prometió hacer que la descendencia de Abraham fuera tan numerosa como las estrellas del cielo, hacer de ellos una gran nación, bendecirlos de una manera única, darles una tierra para siempre, entablar con ellos una relación especial y única que perduraría para siempre, y lo mejor de todo, a través de ellos traería el Mesías para libertar a toda la humanidad del pecado y sus eternas consecuencias.
Por supuesto, esto no quiere decir que los no judíos (nosotros, los gentiles) no estemos dentro del plan divino; Podemos leer constantemente en el Antiguo Testamento, en los evangelios y las cartas del Nuevo Testamento – especialmente en los escritos de Pablo – que la salvación de los gentiles y la misma existencia de la Iglesia es parte de la realización de la promesa de Dios de bendecir al mundo entero a través de los descendientes de Abraham. Dios compartió por primera vez estas promesas en los capítulos 12 al 22 de Génesis.
Lo que viene antes de Génesis 12 sirve de trasfondo a las promesas de Dios, y todo lo que viene después de Génesis 22 de alguna manera se relaciona con su cumplimiento. En otras palabras, toda la historia de la Biblia se trata de cómo Dios está obrando en la vida de su pueblo, Israel, para lograr el cumplimiento de las promesas que le hizo a Abraham y su simiente para bendecir a todas las naciones.
Podemos ver a la Biblia como un drama épico de cómo un Dios persistente quiere mostrar su amor por un pueblo escogido, y quiere hacerlo cumpliendo las promesas especiales que les hizo; pero hay un inconveniente: el cumplimiento sólo puede ocurrir cuando el pueblo de Dios decide responderle con amor.
No tenemos que ser muy inteligentes para darnos cuenta de que seres pecadores no regenerados nunca van a amar a Dios, de modo que para que Dios cumpla sus promesas a Israel, como nación, de alguna manera tiene que ser Dios mismo quien tenga que llevar a la nación de Israel al arrepentimiento y la fe una y otra vez.
Creo que podríamos estar de acuerdo en que la salvación de toda una nación es un desafío titánico. No conozco ninguna nación en la historia mundial que haya sido una “nación salva”.
Ahora necesito aclarar algo antes de continuar, y espero que no sea demasiado confuso para mis lectores: las promesas que Dios le hizo a Israel fueron para “una simiente” o “un pueblo”; en otras palabras, esa “simiente” se extiende desde Abraham, pasando por Isaac y Jacob, hasta el pueblo judío de nuestros días que tiene una conexión física con Abraham.
Sin embargo, las promesas no se cumplirán a los incrédulos. De hecho, muchos de la simiente de Abraham ya han vivido y muerto en la incredulidad. Las promesas se cumplirán a una generación de Israel que se mantenga amando al Señor que se vuelva al Señor con todo su corazón.
Es lo que conocemos como el “remanente“, hoy en día la Iglesia simboliza esto. Somos los descendientes espirituales de Abraham al estar en el cuerpo de Cristo, el Israel espiritual, el Apóstol Pablo nos llama “La Jerusalén de Arriba y no la de Abajo” Entonces, para que las promesas se cumplan, es necesario que el pueblo de Dios ame y obedezca, porque el cumplimiento de las promesas implica una íntima relación personal con Dios.
Con todo lo dicho tenemos un mejor entendimiento, podemos ver claramente que el tema central de la Biblia es cómo Dios está obrando en la vida de su pueblo que el mismo escogió para llevarlos a la fe en él, en su palabra (la Biblia) y en su Mesías, sin los cuales no pueden “nacer otra vez” (Juan 3:1-21) para poder amarlo y darle gloria.
Dios ilustra esta relación entre el y su pueblo como la relación entre un esposo y una esposa, lo hace en el libro el Cantar de los Cantares y también en Apocalipsis.
Ahora podemos entender mejor a Oseas. Los eventos registrados en ese libro sucedieron en los años justo antes de que el reino del norte de Israel fuera llevado al cautiverio en 722 a.C. (hace más de 2700 años).
La historia del libro trata sobre cómo Dios descubrió que Israel era un pueblo obstinadamente incrédulo y espiritualmente rebelde, sin embargo – por su amor – tuvo que permitirles experimentar las terribles consecuencias de su rebeldía.
Dios no permitió que las cosas malas que pasaron a su pueblo en el Antiguo Testamento les sucedieran porque dejó de amar a Israel, o porque se le acabó la paciencia, lo hizo como parte de un plan de redención de su pueblo. El pecado siempre tiene consecuencias y Dios no nos prevendrá de tenerlas. Especialmente cuándo esto nos lleve a buscarlo y obedecerlo. Si no aprendemos la lección será repetida.
Dios es extremadamente paciente, y este plan todavía se está llevando a cabo hoy, y no se completará hasta que toda su Iglesia madure y llegue a la fe plena en unidad con el varón perfecto – con una fe probada en fuego como el oro – lo cual la Biblia dice que sucederá en los últimos días, es decir, los últimos días antes de la segunda venida de Cristo.
Ahora sí, comencemos a estudiar el libro, en el capítulo uno se nos explica sobre el mandato de Dios sobre una esposa infiel para Oseas:
” El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová.” – Oseas 1:2
No sé cuántos de nosotros estaríamos encantados de recibir una tarea como esta, pero a Oseas se le ordenó casarse con una mujer a quien Dios dijo que no le sería fiel. Obviamente, este no es un pasaje que debamos usar como un consejo sobre cómo encontrar pareja.
Podemos encontrar esa clase de consejos en el libro de Proverbios, así como en las cartas Paulinas. El propósito de Dios para el matrimonio de Oseas con Gomer fue confrontar al pueblo de Israel con su pecado de infidelidad. Mostrarles su maldad humana imperfecta y contrastarlos con su amor puro y perfecto.
Por eso quiero enfatizar que este es un caso especial, con un propósito especial con respecto al matrimonio. No es consejería matrimonial. Es muy difícil describir lo mal que se había vuelto la condición espiritual de Israel para el momento en que se registró este libro, repasemos brevemente la lista de cosas que se mencionan en el libro mismo, principalmente en el capítulo cuatro.
Dios alegaba que en su pueblo no había fidelidad, ni bondad, ni conocimiento de él (4:1); hubo maldiciones, engaños, asesinatos, robos y vicios sexuales (4:2); los profetas y sacerdotes eran corruptos (4:4); los sacerdotes ya no enseñaban el conocimiento de Dios (4:6); los líderes se habían convertido en oportunistas llenos de codicia (4:7); abundaba la prostitución y borrachera (4:11); el pueblo se había vuelto idólatra (4:12), y sabemos por 2 Reyes 17 que habían sacrificios humanos.
En casi cada colina y árbol que diese sombra en Israel habían creado un altar para juergas inmorales y orgías involucradas en la adoración de Baal o Ashtarte (los ídolos masculinos y femeninos de la fertilidad, 4:13); y se nos dice que el pueblo de Israel se había hundido tanto que cuanto más vergonzosas eran sus acciones, más las amaban y las ostentaban (4:18).
En efecto, los israelitas se jactaban de lo “malos” que eran.
La primera parte del matrimonio del desventurado profeta se nos relata en el siguiente pasaje de Oseas 1:3-9:
” Fue, pues, y tomó a Gomer hija de Diblaim, la cual concibió y le dio a luz un hijo. Y le dijo Jehová: Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel, y haré cesar el reino de la casa de Israel. Y en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el valle de Jezreel. Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama, porque no me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo. Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por Jehová su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes. Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo. Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios.“
Oseas hizo exactamente lo que Dios le ordenó. Se casó con Gomer, una mala mujer, y con el tiempo tuvieron tres hijos. A medida que nacía cada uno de los niños, Dios les dió nombres, y cada uno de sus nombres simboliza algún aspecto de la relación de Dios con su pueblo.
El primer hijo se llamó Jezreel. Jezreel era tanto una ciudad como un territorio ubicado en el corazón de Israel, y fue en el corazón de Jezreel donde se originó gran parte de la maldad y rebelión asociada con la historia de Israel. No estoy totalmente seguros, pero el nombrar a este niño puede haber sido la forma en que Dios le dijo a Israel por medio de Oseas: “¿Sabes qué? ¡Estás podrido hasta la médula, de tu corazón sólo sale basura!“
El segundo hijo se llamó Lo-ruhamah. Este nombre proviene de dos palabras hebreas: lo en hebreo es negación, significa “no” o “negativo”, y ruhamah significa “tener piedad”. Así que el nombre “Lo-ruhamah” significa “no tendré piedad“. El nombre de este niño se refiere al juicio de Dios que caería inminente sobre la nación de Israel por sus pecados.
No pasaría mucho tiempo después de esta profecía que Israel sería invadido por los Asirios; esa invasión ocurrió en el 722 a.C. Los asirios fueron sin duda uno de los pueblos más crueles de la historia.
¿Recuerdas que el profeta Jonás fue enviado a proclamar el juicio sobre la ciudad de Nínive, la antigua capital del Imperio Asirio¡. La razón por la que Jonás no quería ir era porque los asirios fueron tan violentos y despiadados que Jonás realmente quería que fuesen destruidos; no quería darles la oportunidad de arrepentirse.
Cuando los asirios invadían un pueblo, no tenían compasión alguna por la gente que conquistaban. Cuando conquistaban una ciudad arrojaban a los niños de las murallas de la ciudad y si no había muralla, los llevaban a un acantilado cercano y los lanzaban contra las rocas.
Quienes fuesen conquistados serían capturados y revisados, si al pasar revista los asirios consideraban que algunos no eran suficientemente fuertes o saludables para ser buenos esclavos (o cualquier persona que les desagradara en particular) las empalaban en picas enormes que izaban de forma vertical.
Eran expertos en hacer sufrir a sus víctimas tanto como les fuese posible. A los que sobrevivían les clavaban ganchos de metal en las mandíbulas y los conectaban a cadenas y los arrastraban como bestias. Definitivamente el juicio de Dios por el pecado desenfrenado fue amargo para Israel.

Por eso, ese nombre “Lo-ruhamah” es profético e indica para dónde los llevará la decisión de Israel de abandonar el refugio seguro de la protección divina. No creo que Dios haya querido que sucedieran estas cosas tan horrible, pero esta era la realidad de alejarse del cuidado protector de las alas del poderoso gigante Jehová de los ejércitos.
Si Dios hubiera continuado protegiendo a Israel de las consecuencias de sus pecados, nunca habrían entendido la verdadera naturaleza de sus elecciones. Dios estaba diciendo al nombrar a este niño: “No voy a protegerte más de las consecuencias de las decisiones pecaminosas que has hecho. Si vas a adorar a otros dioses, entonces vas a tener que depender de esos dioses para que te provean, y veremos si pueden cuidar de ti“, por supuesto que no pudieron, porque estos “dioses” eran solo madera, metal y piedra.
Esto puede parecer cruel, pero es una dosis de realidad y, a veces, la realidad es lo que la gente necesita para despertar de su letargo.
Si tuviésemos que poner esto en términos humanos, podríamos imaginar a Dios como un padre diciendo a su hijo adolescente: “Ya no seré un facilitador para tu degeneración espiritual; tienes que aprender que hay consecuencias por tus decisiones. Adelante, vete de la casa y compara el amor, la provisión y la protección que te he dado con lo que tus drogas, tus prostitutas y tus delitos pueden hacer por ti”.
A veces aún los padres más amorosos entienden que la sobreprotección NO es realmente un acto de amor.
El tercer hijo se llamaba Lo-ammi, que significa “no es mío”. Este nombre parece tener algo que ver tanto para el matrimonio de Oseas como para la relación de Israel con Dios.
No sabemos las circunstancias de cómo se descubrió la verdad sobre este niño, pero parece que de alguna manera Oseas se dio cuenta de que este niño no era suyo, y por supuesto que sólo nos podemos imaginar la devastación personal que sintió el profeta.
Israel está a punto de experimentar el efecto completo de ser separado de Dios por su pecado, a su hacedor le avergüenza y le pesa su tanto su inmoralidad que prefiere desconocerle.
El simbolismo profético es que así como Gomer había dado a luz un hijo nacido de su prostitución, Israel había dado a luz a sus hijos en medio de su prostitución espiritual (los ídolos).
Ahora bien, el nombre de Lo-ammi no es simplemente un reconocimiento del hecho de que Israel se había prostituido; ni siquiera se trataba de un no reconocimiento de facto como “hijo bastardo” lo cuál ya era suficientemente grave en el Israel de la época; esta era una declaración de desposesión.
Cuando una persona peca persistentemente y nunca paga las consecuencias por ello, ¿Qué sucede? Desarrollan una visión distorsionada de la realidad. Comienzan a pensar que pueden pecar sin consecuencias.
Entonces pecan y lo hacen cada vez más frecuente y cada vez más profundo, si esas personas son parte del pueblo de Dios entonces están próximos a ser pasados por una licuadora espiritual y cuándo Dios prende su licuadora todo queda licuado, tener que lidiar con las consecuencias del pecado es extremadamente doloroso pero puede ser algo positivo si lleva al arrepentimiento en esta vida y no al infierno en la próxima.
La historia continúa en el capítulo 2:5-13
” Porque su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida. Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora. Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal. Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez. Y ahora descubriré yo su locura delante de los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano. Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo, y todas sus festividades. Y haré talar sus vides y sus higueras, de las cuales dijo: Mi salario son, salario que me han dado mis amantes. Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo. Y la castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba tras sus amantes y se olvidaba de mí, dice Jehová.“
Lo que sigue en esta historia no está muy claro y tenemos que leerlo entre líneas, pero pareciese que en algún momento después del nacimiento del tercer hijo, el pacto matrimonial entre Oseas y Gomer se quebró y Gomer se fue.
Quizás Gomer dejó a Oseas por el padre de su último hijo, no lo sabemos. Gomer parece haberse ido saltando de flor en flor, hasta que en algún momento del camino se convirtió en la esposa de un hombre pobre y malvado que no tenía los medios ni la voluntad para mantenerla.
Cualquier otro hombre podría haber estado feliz de ver a su descarriada y pecadora esposa caer en manos de un mal hombre, pero Oseas no se sintió así. La Biblia dice que Oseas encontró una forma de proveer secretamente para el sustento de Gomer.
Así es, por loco que parezca, mientras Gomer vivía en su relación adúltera con un mal hombre, su verdadero marido, Oseas, estaba detrás de escena asegurándose de que siempre tuviese ropa, comida y dinero.
Pero llegó el día en que Oseas se dió cuenta de que satisfacer las necesidades de Gomer no ayudaría (de hecho le perjudicaría) a menos que su corazón cambiara, un cambio de corazón haría la verdadera diferencia; de hecho, Oseas se determinó en que no le permitiría continuar con su estilo de vida rebelde, por lo que tomó la difícil decisión de dejar de apoyarla.
Con el tiempo, las consecuencias de las que había sido protegida por su marido comenzaron a aparecer. Eventualmente, el amante de Gomer la vendió como esclava, y ella descubrió así la triste verdad que muchos hermanos han descubierto: que a menudo lo que se presenta como una oportunidad para la realización personal y la satisfacción de los deseos carnales, termina siempre en esclavitud, soledad y desconexión espiritual.
Ahora bien, aunque Gomer se merecía lo malo que le pasó esta es una historia triste. Es triste para Oseas porque su familia se separó y le robaron el amor que anhelaba. Es triste para los niños, es triste para Gomer porque su pecado le hizo perder a su familia y eventualmente la llevó a la esclavitud. Lo que debemos tener claro es que la verdadera historia de este libro no es la historia de Oseas y Gomer, es la historia de Dios y su pueblo (Israel ayer, hoy la Iglesia).
El amor de Oseas por Gomer es sólo una imagen del amor de Dios por Israel, porque durante todo el tiempo que Israel fue infiel, Dios les estaba proveyendo, pero ellos tomaron sus bendiciones y las usaron para seguir adorando sus “ídolos de mierda” (así les llama Dios, en la Biblia usa la palabra “ídolos estercolizos“).
Algo verdaderamente interesante a lo que debemos prestar atención es que así como Oseas nunca dejó de amar a Gomer (sin importar cuán bajo ella se hundiera), Dios nunca dejó de amar a Israel, aunque tuvo que esperar pacientemente y verlos entregados a las terribles consecuencias de su propio pecado.
El Libro de Oseas continúa varios capítulos más, pero la historia de la relación entre Oseas y Gomer culmina en el capítulo 3. El capítulo 3, versículos 1-5 dice:
” Me dijo otra vez Jehová: Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos, y aman tortas de pasas. La compré entonces para mí por quince siclos de plata y un homer y medio de cebada. Y le dije: Tú serás mía durante muchos días; no fornicarás, ni tomarás otro varón; lo mismo haré yo contigo. Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin terafines. Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días.“
Gomer pudo haber sido vendida como esclava, pero Oseas nunca la olvidó y nunca dejó de amarla, y cuando Dios le reveló que era el momento adecuado, Oseas fue y redimió a Gomer de la esclavitud. Posiblemente muchos de ustedes creerán que ya es el final feliz pero no lo es, porque un matrimonio no puede pasar por lo que pasaron Oseas y Gomer sin pasar primero por mucho quebrantamiento y sanación.
Su relación necesitaba muchos arreglos antes de que pudiesen volver a vivir juntos como marido y mujer. Notamos que Gomer, aunque fue comprada por Oseas, no fue inmediatamente restaurada a su estado anterior como esposa, y las cosas permanecerían así hasta que su corazón tuviese un verdadero cambio.
Lo mismo es cierto con Dios e Israel. Dios permitió que Israel experimentara las consecuencias de la infidelidad. Les permitió experimentar la destrucción de su nación y el cautiverio, y aunque los compró de vuelta, no fueron restaurados durante todos esos años. Entonces, ¿Qué está esperando Dios? Está esperando un cambio de corazón, un cambio que traería una gran promesa ¿Cuándo se cumpliría esa promesa? En el versículo 5 dice: “en los postreros días”. Eso ya se nos había explicado en el capítulo dos.
” Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto. En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi,[a] y nunca más me llamarás Baali. Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se mencionarán sus nombres. En aquel tiempo haré para ti pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir segura. Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová. En aquel tiempo responderé, dice Jehová, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra. Y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a Jezreel. Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo mío, y él dirá: Dios mío.“
¿Cómo se aplica todo esto a nosotros?
La Biblia dice que Dios nunca cambia, es el mismo ayer, hoy, mañana. ¿Notaste el ciclo por el que pasó Israel? ellos pertenecían a Dios. En algún lugar del camino, se dejaron enamorar por otros amores. Dios les rogó pacientemente, pero no escucharon. Se desbocaron por sus propios deseos, desechando el amor leal de Dios hasta que llego un punto en dónde Dios permitió que pecasen y que tuviesen las consecuencias terribles de su pecado.
Llegaron a un punto en el que no había otra alternativa que exponerlos a las consecuencias de sus elecciones. Más tarde, después de que Dios los redimiera de su esclavitud, pasarían por un largo proceso antes de que pudieran ser completamente restaurados y santificados.
El rechazo hacia Dios por parte de Israel fue profundo y persistente; y cuanto más profundo y prolongado sea el rechazo, más difícil será la restauración. ¿Dejó Dios de amarlos? No. ¿Todavía quiere una relación con ellos? Sí. ¿Se pueden restaurar? Sí, y hay más que esperanza, hay una promesa de que en Cristo habrá restauración, pero no será fácil, no será rápido, no será placentero y no será indoloro.
¿Hay aquí una lección personal para nosotros? Por supuesto. Es posible que algunos hermanos que estén leyendo esto hayan caminado cerca del Señor, tan cerca que lo comenzaron a tomar por sentado; ¿Lo tenías tan cerca que permitiste que otras cosas se interpusieran entre tú y él?.
Dejaste de verlo, quitaste tu enfoque. Al principio parecía que quitaste los ojos de él por solo un breve momento, pero ese momento se convirtió en una hora, y la hora en días, semanas, meses, tal vez incluso años.
Solías escuchar su voz llamándote, su espíritu diciéndote: “¡Te amo!¡No lo hagas!” pero no hiciste caso, ahora no puedes escuchar nada, ahora todo lo que escuchas es un silencio ensordecedor. Tu corazón se ha endurecido con respecto al pecado. Eres de dura cerviz.
Oras, pero no hay respuesta. Pides pero no recibes. Confiesas tus pecados, pero no sientes alivio de la carga y te preocupa que de alguna manera te hayas alejado tanto o hayas hecho algo tan terriblemente malo que nunca puedas volver a casa.
¿Quieres conocer una gran misterio de la historia de Oseas? No importa lo que hayas hecho, no importa cuánto tiempo haya pasado desde que caminaste con el Señor, no importa lo lejos que te hayas alejado de su presencia, no importa lo que le hayas dicho en tu ira, frustración, dolor, o decepción, la verdad es que Dios nunca ha dejado de amarte, de proveer para ti y nunca te abandonará.
Eres suy@ y te ama con amor eterno e incondicional.
Ahora bien, si tu reconoces tu condición y eres una de esas personas que acabo de describir, no te voy a decir que hagas una simple oración o que medites en unos versículos de la Biblia, tu necesitas pasar por un proceso para reparar tu espíritu herido y tu alma podrida. Ese proceso tiene que ser llevado de la mano por Dios. ¡Vuelve a casa!
Hemos visto en el ejemplo de Oseas y Gomer lo que Dios piensa con respecto a ti, es una relación profundamente rota que necesita tiempo para sanar, como todas las relaciones que han sido profundamente quebradas, sin embargo tienes la certeza de que Dios (al igual que Oseas) no piensa tirar la toalla.
Quiero que sepas que no importa cuán horrible te parezca tu fracaso, Dios nunca ha dejado de amarte y nunca se dará por vencido contigo. ¿Por qué? Porque él siempre ha conocido el final desde el principio. Así como Oseas sabía antes de casarse con Gomer que ella sería una esposa infiel, y así como Dios sabía antes de elegir a Israel que serían un pueblo infiel, Él siempre ha sabido todo acerca de ti y de mí; y nos predestinó para su Reino, y eligió amarnos a pesar de lo que siempre ha sabido sobre nosotros.
Cuando te ves a ti mismo en ese “espejo espiritual” ves cabello sucio, barba enmarañada, ropa desgastada y harapienta, una cara curtida, pies y manos sucios. El pensamiento de la presencia de Dios ya no trae paz y alegría, sino aprensión, tal vez incluso miedo, un profundo temor. Pero aún así, decides volver al lodo, como los marranos, vuelves al vómito como los perros. Con total frialdad pero a veces con ganas de llorar y profunda decepción de ti mismo mientras cada domingo te presentas a la Iglesia y finges que tu relación con Dios está bien simplemente por que el no ha dejado de sostenerte.
Por alguna razón te sientes maloliente, no puedes creer que Dios quisiera mirarte, y mucho menos poner sus brazos alrededor de ti. Quieres llorar pero sabes que el hombro de Dios no está disponible. Sientes que el pecado te arrastró como una espiral, cada vez más hondo y más profundo. Estás a punto de perder la sensibilidad e incluso te preguntas si eres verdaderamente salvo. Te preguntas “¿Que clase de frutos estoy dando?, ¿Y ahora que haré?“, sabes que no puedes reparar el daño por ti mismo, y si esperas hasta que creas que puedes, es probable que mueras en tus pecados miserablemente.
Pero aquí está el mensaje de Oseas: ¡Hay esperanza! Dios puede arreglar tu vida si sales de la sombra y le permites abrazarte, aunque te sientas indigno. La restauración no ocurrirá instantáneamente, pero ten la seguridad de que Dios no ha dejado de amarte; y si alguna vez lo has conocido, él nunca te abandonará, sin importar a dónde te hayan llevado tus elecciones.
Debes confesar ese pecado a tus hermanos, hacer cambios drásticos en tu vida, aceptar la disciplina de Dios y comprometerte 100% al Señor. Ese es el verdadero cambio de corazón que Oseas espera de Gomer. Esa es la única vía real para el cambio y la restitución.
Quizás estás leyendo esto y aunque tienes convicción de pecado nunca has conocido la paz con Dios; nunca te has convertido en uno de sus hijos. La historia de Oseas también es para ti. Puedes comenzar esa relación hoy. Quizá piensas: “Pero no creo que tenga suficiente fe”. Bueno, ¡hay buenas noticias! No se necesita mucha fe, y puedes recibir a Cristo justo donde estás.
Jesús dijo que incluso con un poquito de fe se pueden lograr grandes cosas en su Reino, y Dios te dará la fe que necesitas (Efesios 2:8-9); ¡así que con la ayuda de Dios puedes comenzar esa relación ahora mismo!
Todo lo que tienes que hacer es entender el evangelio y aceptar el creer por fe en eso que entiendes, eso significa decir “Sí” a Cristo: “Sí, acepto que he venido cometiendo errores y acepto lo que hiciste en la cruz por mí“; “Sí, acepto tu oferta de ser mi Salvador y mi Dios”; “Sí, acepto tu oferta de perdón y reconciliación” (Juan 1:12; Romanos 10:9-10).
Nunca es demasiado tarde para comenzar con nuestro Dios por primera vez y definitivamente nunca es demasiado tarde para volver a casa y comenzar de nuevo; El amor redentor de Dios es ágape, eterno e infalible. La cruz significó dolor para el redentor pero para ti y para mi significan borrón y cuenta nueva.

Las 3 lecciones de Oseas que siempre te deben acompañar
La primera es esta: el amor de Dios no es razonable. No es racional por naturaleza. El amor no siempre actúa de manera lógica. Lo que Dios le pidió a Oseas que hiciera no tenía sentido. Pero, de nuevo, el amor de Dios por Israel tampoco tenía sentido. La pregunta difícil en este libro no es por qué Dios le pediría a Oseas que se casara con Gomer, sino por qué Dios querría casarse contigo. Dios te dice mediante Oseas: Si, no me mereces, pero te Amo, no intentes entenderlo.
La segunda es esta: Si alguna vez has sufrido una infidelidad en tu matrimonio sabes lo terrible y destructivo que puede llegar a ser semejante pecado, pues el Dios del universo quiere explicarnos que el también se ha sentido así con respecto a su pueblo.
Hay momentos en que todos hemos sido infieles a Dios. Momentos en que tomamos todas las bendiciones que Dios nos dio, y nos vamos, siguiendo nuestro propio corazón y nuestro propio camino para disfrutarlas, sin pensar en Dios.
Y, sin embargo, a pesar de nuestra infidelidad, Dios hizo algo completamente irracional: siguió amándonos y estuvo dispuesto a pagar un precio enorme para rescatarnos de nuestra esclavitud al pecado.
Pedro dice, “…ustedes no fueron redimidos con cosas corruptibles, como oro o plata…sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.” (1 Pedro 1:18-19).
No tiene sentido que Dios nos ame tanto siendo como somos. Su amor es irrazonable, inagotable, impensable.
Pero hay otra cosa que aprendemos aquí: el amor de Dios está dispuesto a dejarnos ir. Oseas nunca minimizó el mal que Gomer le había hecho. Su amor había sido traicionado. Y cuando Gomer ya no quiso tener nada que ver con él e insistió en serle infiel, Oseas la dejó ir, sabiendo que sufriría, sabiendo que sería usada y abusada. Pero Gomer tuvo que vivir las consecuencias de sus malas decisiones. Y si insistimos en ser infieles a Dios, Dios nos dejará ir y nos dejará sufrir las consecuencias de nuestras elecciones.
Lo tercero que aprendemos es esto: el amor de Dios siempre querrá que regresemos. A menudo nos damos por vencidos con las personas. Algunos de nosotros descartamos a otros cuando traicionan nuestra confianza o nuestro amor. Pero Dios es diferente. El Señor le dijo a Oseas: “Ve, muestra tu amor a una mujer amada por otro, que te ha sido infiel. De la misma manera el Señor ama al pueblo de Israel, aunque adoran a otros dioses…” (Oseas 3:1, NCV)
Hubiera sido diferente si Gomer hubiera cometido un error pequeño, una tontería. Oseas podría haber excusado eso. Pero incluso después de que Oseas confrontó a Gomer, ella continuó siendo descarada en su pecado e incluso lo presumió. Se olvidó de todo lo que Oseas había hecho por ella. Pero aun así, Dios le dijo que la comprara para sacarla de la esclavitud.
Y Dios le pidió a Oseas que hiciera eso porque eso es lo que Dios hace. El amor de Dios es incondicional. GRACIAS ABBA PADRE POR TU PERFECTO AMOR.
David escribió en el Salmo 139: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Adónde podré huir de tu presencia?” (Salmo 139:7). ¿Por qué querríamos alejarnos de Dios? ¿Por qué querríamos huir de él? La respuesta es que es parte de lo que somos. Es nuestra naturaleza huir de Dios, y es la naturaleza de Dios perseguirnos. El libro de Oseas nos enseña que nunca puedes correr más lejos que el amor de Dios.
No importa lo que hayas hecho, no importa dónde hayas estado, Dios te quiere de regreso y te ve como su novia amada.
Tal vez, mientras lees esto, te des cuenta de que le has sido infiel a quien le hiciste un voto. Es posible que hayas vagado muy lejos. Es posible que te hayas deshonrado a ti mismo. Tal vez pienses que lo que has hecho nunca podrá ser perdonado. Pero Dios no solo quiere que regreses, sino que ha hecho todo lo posible para volver a comprarte.
Y te dice lo que Oseas le dijo a Gomer: “Sé lo que has hecho. Sé cómo me has dado la espalda. Pero estoy dispuesto a perdonarte. Estoy dispuesto a restaurarte a la relación que una vez tuvimos. Más que nada en este mundo quiero que vuelvas a ser mía. Todo lo que pido es que me prometas serme fiel.“
Si nos entregamos a El, y le aceptamos como nuestro Señor absoluto en cada área de nuestra vida (por pecaminosa que haya sido), seremos contados entre los justos por haber tenido consideración hacia El y su inmerecido amor. Eso es lo que Dios quiere de nosotros, todo nuestro ser. El carácter de Cristo reemplazara el nuestro y seremos aceptados por Dios como si no hubiésemos pecado nunca delante de El. En lugar de ser prostitutas harapientas y moribundas seremos una esposa amada limpia y reavivada por su Palabra.
Este siervo inútil espera haber sido de alguna manera de edificación y ayuda al Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos.

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