El Señor demuestra su sabiduría de las formas más extraordinarias aún en las situaciones más cotidianas, sólo tenemos que prestar atención.
En occidente solemos tomar nuestro té frío, pero algunas personas aún mantienen la tradición de tomarlo caliente con bolsitas de té (quizá en tu país le dicen “aromática”).
Recientemente se me antojó comprarlas debido a que está comenzando a llegar un clima frío en estos hermosos lagos de Carolina del Sur.
Cuando preparas el té no puedes utilizar agua fría ni a temperatura de ambiente, al contrario, debes verter agua en punto de ebullición (casi hirviendo), luego esperar unos minutos. Sólo así, el contenido dentro de la bolsita se hará evidente.
Puedo comparar el agua hirviendo con las tribulaciones y pruebas del creyente en su caminar cristiano, cada dificultad y problema lo único que hace es revelar lo que tenemos por dentro.
Job no sabía el drama que estaba ocurriendo en el cielo entre Dios y Satanas que originó sus dificultades, tu y yo no tenemos por que saber que hay detrás de todas las cosas, quizá no podemos entender el plan macro de Dios al permitir esas dificultades en nuestra vida pero hay algo que si sabemos: Que podemos elegir nuestra actitud.
El sabor del te (tu vida) depende del contenido de la bolsita (tu corazón), lo único que hace el agua caliente (dificultades) es revelar lo que hay dentro de la bolsita. Si no te gusta el sabor de lo que estas experimentando en tu vida entonces debes ir al origen, cambiar lo que tienes dentro.
Permite que el Señor se deleite con un buen té en tu vida, de buen aroma, de buen sabor y no con uno amargo y acido. Nunca vas a poder cambiar el factor del agua caliente, pero si puedes cambiar el contenido. El es el Dios de las bolsitas de té.
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