Vida Diamante

Confieso que, durante años, esto es algo con lo que personalmente he luchado mucho en mi vida de fe. Me impactó tanto que quiero compartirlo.

Ayer leía ese pasaje dónde Jesús lava los pies de sus discípulos. Sé que se trata de un pasaje famoso, que posiblemente recuerdas de memoria. Sin embargo noté algo muy interesante. Algo que posiblemente siempre pasamos por alto. Por sólo un instante dejemos de enfocarnos en las palabras de Jesús y enfoquemonos en las respuestas de Pedro.

En los versos del 6 al 10, vemos algo muy interesante sobre sus respuestas:

” Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?  Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.  Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.  Le dijo Simón Pedro: Señor, no solo mis pies, sino también las manos y la cabeza.  Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.”

Pedro fue de un extremo al otro. Pasó de decir que jamás dejaría que Jesús lave sus pies a decir que lo meta entero en la tina. La razón de su extremismo pareciese venir de su profundo amor por el Señor. Pero Jesús lo llama en ambas ocasiones al equilibrio. Pedro fue siempre imprudente, pero el Señor no lo rechaza, lo corrige con amor.

Tenemos la fatal imprudencia de sólamente comprender una parte de la verdad y considerar esa parte como la verdad completa. No maduramos verdaderamente nuestro carácter hasta que no dejamos los extremos viciosos. Pero para ello usualmente necesitamos la corrección amorosa de Jesús.

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Un ejemplo particularmente notable se encuentra en el Nuevo Testamento de la Biblia, en el evangelio de Mateo, capítulo 16.

En ese pasaje, Jesús estaba hablando con sus discípulos y les preguntó quién creían que era Él. Pedro, lleno de fe y entusiasmo, respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Jesús elogió a Pedro por esta confesión de fe y lo bendijo.

Sin embargo, tan solo a MINUTOS después, cuando Jesús comenzó a explicar que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas, Pedro lo reprendió, diciendo: “¡Lejos de ti, Señor! Esto no te sucederá”. Pedro, en ese momento, mostró su falta de comprensión de los planes y propósitos de Dios, tratando de impedir que Jesús siguiera su camino hacia la cruz.

Jesús, en respuesta, reprendió a Pedro duramente, diciendo: “¡Quítate de delante de mí, Satanás! Eres un tropiezo para mí, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.

Este incidente muestra un momento en el que Pedro actuó impulsivamente, cuándo actuamos impulsivamente no podemos entender plenamente la voluntad de Dios.

Hay cristianos que a veces quieren ser más santos que Jesús, e incluso ir más allá de lo que el Señor quiere hacer. Ese impulsivo “Jamás te pase esto Señor” parece venir desde la reverencia, el celo religioso y un profundo amor a su Maestro, sin embargo en realidad viene desde ala ignorancia que nace de pertenecer a un extremo la voluntad de Dios era otra, Jesús lo corrigió.

El extremo es la arrogancia del cristiano que quiere tener respuestas para todo. Y son aún capaces de responderles al mismo Señor. Muy llenos de reverencia, pero Jesús los mira con amor y les dice: Estás en un error.

No escondas tu inmadurez detrás del celo religioso

Hay cristianos que a veces no quieren nada. Están pecando a diario y no quieren arrepentirse. Se sienten alejados, tienen vergüenza de venir al trono de la Gracia. Ellos ya tienen la respuesta en su mente: Dios no los aceptaría.

Los que enfatizan la ley, la ira y el pecado. Los que enfatizan el amor, la gracia y la salvación. Los que sólo se enfocan en la tradición y la denominación, los que sólo enfatizan la relación y la emoción. Los que debaten por formas, los que sólo saben del fondo. Ya todos encontraron su respuesta, y la vociferan delante del Señor.

Los que oran hasta por no dejar y los que no oran hasta que llega una desgracia. Los que saben demasiado pero no actúan y los que actúan demasiado pero no saben. Los que tienen más Biblia que una tienda evangélica y los que tienen menos Biblia que una Mezquita. Los que sólo quieren leer libros de las profundidades de la Escatología en griego y los que sacan toda su teología de YouTube.

Si estás en alguno de los extremos, está bien siempre y cuándo sea temporal. Se te permite equivocarte, el Señor no abandonó a Pedro cuándo se fue a la impulsividad ignorante de los extremos, recuerda que el cristianismo no es para gente perfecta.

Cuándo Sedequías quería enfrentarse al rey de Babilonia para salvar celosamente al pueblo de Dios y al templo de Jehová fue destruido, por su chovinismo hebreo no pudo escuchar las advertencias de Jeremías. La esclava egipcia Agar huyó al extremo, motivada por su propia impulsividad se encontró a Jesús en un pozo del desierto diciendole que debía regresar. Cuándo Moisés golpeó dos veces la roca mostró impulsividad, el Señor le hizo pagar el costo. Sansón y Salomón se dejaron llevar impulsivamente por sus deseos a mujeres gentiles.

La Biblia está llena de personajes que pensaban que al irse a un extremo, no afectarían su relación de con Dios. El fue a su encuentro, y les llamó al equilibrio.

Nuestras emociones son engañosas. Cuándo creemos haber llegado al sitio de todas las respuestas en Dios, el suele cambiar por completo nuestras circunstancias para que desarrollemos el Dominio Propio. Una vez termines de jugar con los extremos, date vuelta y pon los ojos en El, quién te anima a vivir en la madurez, la moderación y en la virtud. Es decir, en la mente de Cristo.

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Teología

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