El Dios de las Cuevas
Es interesante que pese a que hay más de 50 versos bíblicos con respecto a “esperar” es un tema que muy poco abordamos. No nos gusta, especialmente en una sociedad tan impaciente. Nuestra teología presta tan poca atención a la espera, que muy pocos libros o sermones han sido escritos sobre el tema. Sin embargo, Dios tiene mucho que decirnos con respecto a la espera.
En la historia de la Biblia, hemos sido testigos de hombres de fe que que se han visto forzados a esperar en cuevas, enfrentando desafíos aparentemente insuperables. Estas cuevas pueden tratarse de manera metafórica, pero su significado es muy profundo.
David, el valiente rey de Israel, vivió una década marcada por la persecución implacable de Saúl. Su refugio natural durante estos oscuros días fue la Cueva de Adullam. En las profundidades de esta cueva, David compuso tres de los salmos más conmovedores y llenos de lamento de toda la Biblia. Estos salmos, que reflejan su dolor y desesperación, revelan una verdad profunda: la espera puede ser un altar donde morimos a nosotros mismos.
Aunque no se menciona una cueva específica, Juan el Bautista vivió en el desierto mientras cumplía su ministerio de preparar el camino para Jesús. Su estilo de vida austero y solitario puede considerarse una forma de estar en un lugar “aislado” o “en la cueva” en términos espirituales.
El profeta Elías se refugió en una cueva en el monte Horeb después de enfrentar la persecución de la reina Jezabel y sentirse desanimado. Fue en esta cueva donde Dios se le apareció y habló con él.
Moisés, otro gigante bíblico, pasó cuarenta años en su propia “cueva” antes de liderar a Israel a través del desierto. Estos años se redujeron a cuidar ovejas en la soledad del desierto, aparentemente lejos de su propósito divino. Sin embargo, la verdad es que lo que Dios hace durante la espera es tan importante como lo que estamos esperando.
Durante su temporada en la cueva, Moisés aprendió la paciencia y la humildad necesarias para liderar al pueblo de Israel. Aprendió a escuchar a Dios en medio del silencio del desierto y a depender completamente de Él. Estos son los frutos que florecieron en Moisés mientras esperaba en su propia “cueva”, y finalmente, lo prepararon para el momento en que guió a su pueblo a través del desierto hacia la tierra prometida.
Pablo, el apóstol más heróico y reconocido, también experimentó tiempos de espera en la cárcel. A pesar de estar encadenado, escribió muchas de las epístolas del Nuevo Testamento. Aquí vemos que Dios puede usar nuestros períodos de espera, incluso en circunstancias adversas, para llevar a cabo Su propósito. Pablo encontró la fuerza en la debilidad y continuó ministrando incluso desde la prisión.
Antes de hacer algo extraordinario para su propia gloria, nuestro Padre llevará nuestras vidas a una cueva. Quizá te encuentras ahora mismo en ese momento. Te diste cuenta que por más que intentes no hay nada que puedas hacer, sólo esperar.
Si te encuentras en un período de espera, en lugar de preguntarte por qué Dios te hace esperar, considera que la espera en Dios es un proceso de purificación y crecimiento. David, en su cueva, fue transformado de un joven pastor en un líder ungido. La espera no es un obstáculo, sino un proceso crucial en la formación de nuestro carácter y fe.
Si estas en un periodo en donde te toca esperar, no debes preguntarte por que Dios te está haciendo esperar en una cueva, lo que debes entender es como funciona la espera en Dios al entender Su propio carácter:
1) La espera es el altar donde tomamos la cruz y morimos a nosotros mismos.
2) Lo que Dios hace durante la espera es un proceso tan importante para El como lo que estás esperando.
¿Estás en una cueva en dónde Dios te metió?; Obedece. Ten calma. Espera en Jehová.
” Los jóvenes se cansan y se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” – Isaías 40:30-31
Allí en tu sala de diálisis, en tu salón de quimioterapia. Desde el funeral, el cementerio, la sala de cuidados intensivos o el consultorio del terapeuta, desde la pequeña habitación que rentas y tu solitario colchón en el piso de la ciudad lejana dónde migraste, dónde sea que estás leyendo. ¡Bendice tu Cueva de Adulam! A El le place acorralarnos de modo que la única salida que tenemos es hacia arriba. El es tu solución hermano, El es tu gozo hermana.
Un abrazo Iglesia, sigue adelante y no desmayes. Espera eso por lo cuál estás orando, esperas al Señor en su segunda venida. Espera en el Señor. Las circunstancias no están cambiando, pero tu corazón lo está haciendo. El es bueno. Sigue cantando, sigue caminando. Te envío mis mayores animos en esta temporada de tu vida, ten confianza en que Dios podrá encargarse de Saúl, gracias por leerme. Desde mi propia Cueva de Adulam.
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