Hace poco un amigo venezolano en España decidió quitarse la vida.

Su papá es un gran amigo mío, fue bastante triste. A veces me pregunto, las personas que están a punto de suicidarse ¿Qué dolor está dentro de ellos?

El profeta Elías, dice «Ya basta, Señor, quítame la vida» en el libro de Reyes. Y quizá tu también has dicho unas palabras así, quizá en un momento de frustración, de pérdida y derrota, o de un dolor emocional inaguantable. Y muchas veces no es que nos queramos morir realmente sino que no queremos vivir en esa situación de dolor, no queremos seguir aguantando la derrota.

No es que no amemos la vida, sino que pareciese que la vida no tiene sentido si tenemos que vivir con ese dolor y lidiar con el todo el tiempo, un dolor que nos minimiza, que nos ahuyenta, nos persigue y nos devora vivos.

Los cristianos a veces podemos sentir también las ganas de acabar con todo pero siempre tenemos el miedo latente de ofender a Dios al acabar con nuestra vida, nos valemos de la herramienta de la oración y le pedimos a Dios que nos alivie del sufrimiento.

Pero a veces es tan fuerte el sufrimiento, que ni siquiera en la oración encontramos consuelo, es allí dónde hacemos una oración desesperada, parecida a la que hizo Jesús en Getsemaní cuándo se vió sólo y abandonado frente a su implacable destino: «Señor, si puedes terminar con todo ahora mismo hazlo, pero si no yo acato lo que tu quieras.» e incluso siendo cristianos podemos llegar a cometer el acto.

Quienes no tienen ninguna clase de fe son mucho más fáciles de persuadir – por sus propias mentes – al suicidio, acabar con su propia vida sin medir el dolor que esto causará en su entorno. Y si no eran salvos es como ir «de guatemala a guatepeor«, o «huir del fuego para caer en brasas«, cómo dice un dicho mexicano: «Pobre del pobre que al cielo no va, lo friegan aquí, lo friegan allá.»

Pero, honestamente… ¿Elías?

¿Cómo es posible que un hombre que tenía tanta fe pudo desear la muerte?, te sorprenderías si te digo que héroes de la fe pasaron por allí, Jonás también la deseó, Job también y David, así es, el gran rey, «el hombre conforme al corazón de Dios» tuvo una oportunidad en dónde quiso acabar con todo el dolor cesando su existencia. El mismo Pablo en algún momento escribe que deseó morirse para «escaparse del cuerpo de muerte» que le traía siempre malos deseos que el no quería cometer.

Vemos entonces que es un fenómeno humano. Que nadie está exento de sentirse así. Ni siquiera los héroes de la fe.

Lo interesante de este relato no es la depresión de un hombre de Dios, lo verdaderamente interesante es el como Dios atiende la oración de Elías, en lugar de cumplir con su petición le proporciona una solución. Los padres siempre saben más que sus hijos, Dios sabe más y mejor.

La solución de Dios fue poner al ansioso profeta a descansar.

Elías estaba cansado. Agobiado, deprimido, ansioso, triste. Dios lo pone a descansar, en silencio y soledad. Además Dios le alimenta. Descanso y Alimento.

Después de haberse alimentado lo suficiente, y después de haber descansado por un tiempo prudente Elías recupera las fuerzas, el buen ánimo y la fe para seguir adelante. Sin menospreciar su uso, a veces lo que necesitamos no son terapias, hormonas, libros y muchos expertos aconsejándonos, a veces necesitamos la soledad, el descanso y el poner todo en perspectiva para entender mejor las cosas.

No fuimos creados para ser Atlas. El musculoso dios greco-romano que tiene la capacidad de sostener al mundo entero sobre sus hombros. No fuimos diseñados para cargar con todo el mundo a cuestas.

Antes de que vayas a ordenar un frasco de Melatonin y una Hamburguesa debo prevenirte que el descanso y el alimento que Dios proveé para Elías tiene un significado más profundo que el sueño y el estómago lleno.

Por descanso también me refiero a descanso emocional y reposo espiritual. Quitemos los pretextos de que tenemos mucho trabajo, muchas obligaciones, compromisos, pareja e hijos etc por qué obviamente debemos ser responsables. Si algo queda en Proverbios es que Dios quiere que seamos tan ocupados como responsables.

Necesitamos el alimento y el descanso, es decir una pausa. De esa forma podremos rendir y no moriremos en medio de la vida, o no pondremos vida a nuestra existencia (un tema del que hablo en mi podcast: El hombre Occidental en YouTube).

No busquemos sólo el descanso de las neuronas y no nos conformemos sólamente con el alimento que perece, ese que termina en la cloaca o excusado. No busquemos el descanso ruidoso del entretenimiento que nos produce más fatiga y nos deja un vacío en el alma.

Jesús no quiere que seamos Atlas, pero al mismo tiempo sabe que el mundo está lleno de aflicción. Por eso nos invita a descansar en El. Por eso dice «Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar.», si estás cansado y abrumado por las cargas del mundo debes entonces conocer la verdad de que al igual que lo hizo por Elías, Dios te ha diseñado un lugar de reposo. Jesús no se conforma con eso, nos pide que intercambiemos cargas con el, insiste diciendo: «Mi carga es ligera y fácil de llevar» 

También nos dice que El es el pan vivo, el verdadero maná que bajó del cielo. Verdadero alimento para el hambriento. Nos insiste en que desea que comamos, que si no lo comemos moriremos, insiste en que si lo comemos tendremos vida eterna y saciedad.

Dios no nos soluciona las cosas como si fuese un genio de la lampara de Aladino, no es un app que podamos descargar al teléfono ni un servicio por suscripción, no es un microondas ni alguna de las cosas a las que estamos acostumbrados en esta generación rápida y ansiosa. El no funciona con un clic, ni con chasquear los dedos. El nos hace pasar por procesos. El está formando diamantes.

El nos dará el alimento y el descanso que nos dará las fuerzas nuevas para que nosotros mismos nos hagamos cargo de solucionar nuestros problemas con las guías y herramientas que El mismo puso a disposición para nosotros, y con la confianza de que El nos está ayudando en cada paso.

De modo que si quieres el milagro de superar la depresión debes tener fe, pero también debes trabajar, como sugiere Santiago la fe sin obras es muerta, no quiere decir ello que somos salvos por obras, sino que la fe verdadera siempre produce frutos de obediencia.

Hermano, hermana. No sé por que estás pasando en este momento. Pero te invito a descansar y a comer. Alimentate de Su Palabra. Descansa en Sus Promesas. Come del pan del cielo. Retoma tus fuerzas para seguír el camino, si, ese camino que te conduce a El.

Y si ya pasaste por esto anteriormente entonces recuerda que las veces que deseaste morir y dónde todo era oscuro han quedado en el pasado, que recobraste las fuerzas y vistes que el panorama se aclaró, una y otra vez. Aunque la situación sea muy desesperante al final siempre pudiste encontrar una salida. Recuérdalo. Dios nunca te falló.

Sigue adelante. Sigue confiando. Fortalece tu fe. Recuerda que el que comenzó la buena obra en ti no la terminará hasta el final, que no se te probará con algo que no puedas aguantar y que El te ama individualmente, magníficamente y sinceramente. Por toda la eternidad. Sin condiciones. Con, sin y a pesar de tus propios errores.

Gracias por leerme, descansa, come y si sientes que no puedes más, siéntete libre de escríbirme al WhatsApp.